No obstante, demasiado nitrógeno a una fase avanzada en el ciclo podrá restringir el tamaño del fruto y su calidad, por eso aplicaciones equilibradas de fertilizantes son importantes. Tanto fósforo como calcio han mostrado mejorar el crecimiento del fruto.
Suministro de nitrógeno tiene un efecto positivo en tamaño y peso del fruto, así aumentando el rendimiento.
Ensayos en ciruelas confirman que el rendimiento mejorado por parte del nitrógeno se debe, en partes a un aumento en el tamaño del fruto.
En suelos con niveles bajos de fósforo, una aplicación moderada tendrá un efecto directo en el tamaño del fruto y en el rendimiento en duraznos.
Una práctica común es aplicar fósforo en la temprana primavera. No obstante, una carga particularmente grande de frutos puede en manera importante reducir el contenido de fósforo foliar durante la temporada. En esa situación, aplicaciones foliares de fósforo pueden mantener un buen crecimiento de los frutos.
Ensayos con cerezas amargas y duraznos confirman que algo del aumento en producción proviene de un mayor peso del fruto después de una aplicación de potasio.
Calcio es esencial para la división y extensión celular, asegurando un buen crecimiento de los frutos. El contenido de calcio en los frutos puede estar bajo, efecto de que se mueve principalmente con el agua a los órganos de transpiración, o sea las hojas. En esta situación, pulverizaciones de calcio pueden ayudar a subir el contenido de calcio en el fruto y mantener un buen desarrollo.
Hierro es principalmente necesario para mantener una actividad fotosintética fuerte en las hojas estimulando crecimiento y maximizar número de frutos, su tamaño y producción. Los duraznos son los más sensitivos de los frutales de hueso a las deficiencias de hierro, y en suelos alcalinos es necesario aplicar quelatos de hierro en su producción.